Inexplicable

Comienza con una puntada…
Cabalgamos acoplados el tiempo suficiente, como para que a pesar de nuestros jugos, tengamos irritadas su verga y mis entrañas. De pronto me sorprende una estocada aguda y dolorosa de su pija al corazón de mi centro.
Busco retener su roce hiriente en esa llaga para sufrir una tortura inexplicablemente dulce.
Desconozco de donde me nace una fuerza que le abraza palpitando el glande.
Súbitamente mi fiebre crece, hasta que un espasmo violento me sacude, amenazando castrar a mi amante con el filo de los labios del ano.

¿Serán los disparos de lava que escupe su verga los que desencadenan mi demencia?
Un ataque de sangre me calienta la piel, me aturde los oídos, me tensa los músculos y sella a presión mis párpados salvándome de la luz de los rayos que presiento.
Sangre que huelo y ya no me permite distinguir los perfumes a sexo que destilan nuestros cuerpos cogiendo.

Las babas que destilaba mi verga endurecida le abren paso a un primer borbotón de leche que se dispara con fuerza, para inmediatamente después permitir, durante un espacio de tiempo que no puedo medir, el brote lento y constante del líquido blancuzco que es el hervor de mi puto orgasmo.

Cuando, después de esa tormenta, se normalizan mis sentidos escucho al macho que me ha montado preguntar preocupado: ¿Estás bien?
Le responde solo mi sonrisa, acompañada del gesto de retirarme el sudor de la frente; sudor tan abundante que me amenaza los ojos.

¿Cómo explicarle que acabo de vivir un momento extraordinario por lo inesperado de su frecuencia?
¿Será que él podrá entender lo que yo no entiendo?
Porque con certeza no sé si mi éxtasis fue producto de un orgasmo anal, ya que nadie puede precisar claramente lo que es, o si este ha sido un delirio más de mi misticismo satánico.

Autor: Oveja negra

Peca y no te arrepientas. Todo es efímero.

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