Mis fresas de sangre

No pueden darte leche, pero pueden darte sangre.

Me he pasado toda la tarde aplicando ventosas y pinzas a mis pezones.
Están hinchados, enrojecidos y sensibles.
Los tengo que conservar desnudos porque no soportan el roce la ropa.
Esperan que los acaricies con la punta de la lengua para endurecerse e inflamarse todavía más.
Podrás succionarlos como mamando la teta de la hembra que te alimentaba, pero no esperes que te den leche dulce.
Pueden darte mi sangre caliente y salada apenas los muerdas.

Quiero que te prendas a ellos como el vampiro hambriento cuando chupa la yugular de sus víctimas, entonces yo gozaré del dolor que me hace palpitar el ano, mientras babas viscosas me empapan la verga.
Hazme daño, no te frenes, no busco piedad.

Bésame con los labios manchados de sangre y enronquecido te pediré que me cojas, te ofreceré el culo elevando las piernas y rogaré que continúes mascando esas fresas de sangre que te ofrezco.

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Autor: Oveja negra

Peca y no te arrepientas. Todo es efímero.

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