Confidencial

El aviso del portero me sorprendió; un cadete me esperaba en la recepción para que, con mi documento en mano, firme la conformidad de una entrega a mi nombre de un paquete rotulado como confidencial.
Normalmente la correspondencia que recibo se limita a folletos de publicidad e impuestos.
Los deliveries no me sorprenden, al contrario en general los espero con impaciencia ya que por lo menos aquí en Rio no suelen ser puntuales, especialmente cuando se trata de repartidores de comestibles.

En este caso insólito alguien, sin avisarme previamente, me enviaba una caja misteriosa de cartón, sellada con un precinto inviolable y exigía que el correo se asegurara que yo y no otra persona era quién la recibía.
Mi portero del turno mañana, un militar retirado de unos setenta años, con el ceño fruncido nos observaba, escrutando con su mirada al chico del delivery al paquete y a mí.
Si por él fuera nos obligaría a abrir la caja en su presencia, no solo para satisfacer su intriga, sino para descubrir que participábamos de un tráfico de sustancias prohibidas por el cual merecíamos su censura y su denuncia.
Se quedó con las ganas, ya que esperé a estar a sola en el ascensor para fallar en el intento de abrirla, necesitaba algo filoso para cortar las cintas que envolvían a la pequeña caja en su totalidad; caja prácticamente sin peso y que no sonaba cuando la sacudía.

Por fin gracias a un cuchillo afilado descubrí un zipper bag que contenía un calzón slip, acompañado por una nota que mas o menos decía:

“Ya sabrás de quién esta prenda. La he conservado hasta hoy tal como la usé el día en que te conocí, lo hice porque estaba empapada de tu saliva y me recordaba la suavidad y la fuerza de tu lengua lamiéndome la entrepierna. Un par de veces la usé para pajearme recordando los detalles de esa tarde. Esta mañana, solo en casa, volví a hacerlo y la use para limpiarme limpié la leche que seguramente todavía no se ha secado de la tela. Me ilusiona que la chupes mientras te metes un dedo en el culo. Quiero volver a cogerte, no una sino muchas veces más, pero a solas. De esto nadie más que tú y yo debemos enterarnos. Me encargaré de encontrarte en algún momento, como de casualidad, y espero que estés de acuerdo conmigo y me sigas. Mi mujer está sorprendida de lo fogoso que me he puesto, y de que cogiendo con los ojos cerrados le diga muchas veces puta; te estoy nombrando a ti a pesar de que su agujero no aprieta como el tuyo.”

No hacía falta que firmara para saber quién era el remitente… Sin dudas era el tercero.

A pesar de la pajota que me hice en su honor siguiendo todas sus instrucciones anduve todo el día como una brasa. Por suerte mi macho tenía planeado quedarse esa noche conmigo. Abusé de su abrazo hasta calmar mi calentura.
Antes de caer rendidos por el sueño, tarde a la madrugada, me dijo:
-Cada me enganchas más, cada día mejoras como amante.

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Autor: Oveja negra

Peca y no te arrepientas. Todo es efímero.

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